"-No estoy diciendo más que tonterías- dijo, triste, de pronto. Vez, Momo, otra vez he bebido demasiado. Lo confieso. Muchas veces bebo demasiado, ahora. Si no, no puedo soportarlo. Va contra la conciencia de un albañil honrado. Demasiada arena en el mortero, ¿entiendes? Aquello aguantara cuatro, cinco años,y después se derrumbará con sólo que alguien tosa. Chapuzas, no son mas que chapuzas. Es no es lo peor. Lo peor son las casas que hacemos. Eso no son casas, eso son... eso son... almacenes de gente. Se le revuelve a uno el estómago. Pero, ¿a mí qué me importa? A mí me pagan y ya está. Los tiempos cambian. Antes era diferente, y me sentía orgulloso cuando hacíamos un trabajo bien hecho. Pero ahora... Algún día, cuando haya ganado bastante, dejaré mi trabajo y me dedicaré a otra cosa."
"Momo encontró una muñeca en las escaleras laterales del anfiteatro... era casi tan grande como la propia Momo... cuando al cabo de un rato Momo la tocó con la mano, la muñeca agitó un par de veces los párpados, movió la boca y dijo con voz rara, como si saliera de un teléfono:
-Hola. Soy Bebenín, la muñeca perfecta.
Momo se retiró asustada, pero entonces contesto casi sin querer:
-Hola; yo soy Momo.
De nuevo, la muñeca movió los labios y dijo:
-Te pertenezco, por eso te envidian todos.
-No creo que seas mía -dijo Momo-. Mas bien creo que alguien te habrá olvidado.
Tomo la muñeca y la levantó. Entonces se movieron de nuevo los labios y dijo:
-Quiero tener mas cosas.
..."
Momo, Michael Ende, Ediciones Alfaguara / Juvenil Alfaguara, 1991.
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