El bien en el Islam se hace siempre en beneficio de alguien o algo y en un momento concreto, donde no hay beneficio para alguien o para algo no hay bien alguno. Igual que no hay un concepto abstracto y rotundo de Bien, tampoco hay un concepto de Mal absoluto.
El ateísmo solo tienen sentido cuando Dios es una idea. Para los que sienten que Allah es el fundamento de la realidad y lo que da hechura a todo lo que existe, negarlo es tan absurdo como negar la liquidez del agua, el negro de la noche, o la consistencia de la piedra. Allah es la realidad misma que nos estructura y nos sostiene; no una entelequia mental sostenida por dogmas incomprensibles.
El Islam no viene a mostrar algo en que creer, sino un quehacer.
"Allah quiere aliviaros, ya que el hombre es débil por naturaleza". Se nos dice que somos débiles precisamente para que nunca tengamos la tentación de sentirnos culpables.
Con nuestros hermanos nos enfrentamos a nosotros mismos, y ésa es la única manera de llegar a conocernos realmente. No es posible la autorealización sin sociedad, y no es posible la sociedad sin conflicto. Negarse al conflicto es negarse al hecho humano.
Allah, un Dios que -al parecer- va a admitir todas las metáforas que nos acerquen a Él, pero que rehusará quedarse fijado a ninguna de ellas.
El Isalm, tal como descendío a Muhammad, exige de nosotros, ahora y luego, en este mundo y en el Paraiso, una reconciliación con nuestra naturaleza animal.
El Islam No Es Lo Que Crees, Abdulmumin Aya, Kairós, 2010.
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