Lo bueno es dirigir la malicia a sus vecinos inmediatos, a los que ve todos los días, y proyectar su benevolencia a la circunferencia remota, a gente que no conoce. Así la malicia se hace totalmente real y la benevolencia en gran parte imaginaria.
Porque el presente es el punto en el que el tiempo coincide con la eternidad. Del momento presente, y sólo de él, los humanos tienen una experiencia análoga a la que nuestro Enemigo tiene de la realidad como un todo; sólo en el presente la libertad y la realidad les son ofrecidas.
Esta cuestión la deciden por nosotros espíritus que están mucho más abajo en la Bajojerarquía que tú y yo, y por supuesto de una forma provisional. Es trabajo de estos grandes maestros, el producir en cada época una desviación general de lo que pudiera llamarse el "gusto" sexual. Esto lo consiguen con el pequeño círculo de artistas populares , modistas, actrices y anunciadores que determinan el tipo que se considera "de moda". Su propósito es apartar a cada sexo de los miembros del otro con quienes serían más probables matrimonios espiritualmente útiles, felices y fértiles. Así, hemos triunfado ya durante muchos siglos sobre la naturaleza, hasta el punto de hacer desagradables para casi todas las mujeres ciertas características secundarias del varón (como la barba); y esto es más importante de lo que podrías suponer. Con respecto al gusto masculino, hemos variado mucho. En una época lo dirigíamos al tipo de belleza estatuesca y aristocrática, mezclando la vanidad de los hombres con sus deseos, y estimulando a la raza a engendrar, sobre todo, de las mujeres más elegantes y pródigas. En otra época seleccionamos un tipo exageradamente femenino, pálido y lánguido, de forma que la locura y la cobardía, y toda la falsedad y la estrechez mental general que las acompañan, estuviesen muy solicitadas. Actualmente vamos en dirección contraria. La era del jazz a sucedido a la era del vals, y ahora enseñamos a los hombres a que les gusten mujeres cuyos cuerpos apenas se pueden distinguir de los de los muchachos. Como éste es un tipo de belleza todavía más pasajero que la mayoría, así acentuamos el crónico horror a envejecer de la mujer (con muchos excelentes resultados), y la hacemos menos deseosa y capaz de tener niños. Y eso no es todo. Nos las hemos arreglado para conseguir un gran incremento en la licencia que la sociedad permite a la representación del desnudo aparente (no del verdadero desnudo) en el arte, y a su exhibición en el escenario o en la playa. Es una falsificación, por supuesto; los cuerpos del arte popular están engañosamente dibujados; las mujeres reales en traje de baño o en mallas están en realidad apretadas y arregladas para que parezcan más firmes, esbeltas y efébicas de lo que la naturaleza permite a una mujer desarrollada. Pero, al mismo tiempo, se le enseña al mundo moderno a creer que es muy "franco" y "sano", que está volviendo a la naturaleza. En consecuencia, estamos orientando cada vez más los deseos de los hombres hacía algo que no existe; haciendo cada vez importante el papel del ojo en la sexualidad y, al mismo tiempo, haciendo sus exigencias cada vez más imposibles. ¡Es fácil prever el resultado!.
Cartas del Diablo a su sobrino, C.S.Lewis; Editorial Andre Bello, 1993
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ResponderBorrarI see you are in Hyderabad (on Couch Surfing) and think it should be interesting to meet up with you over coffee.
Regards,
Mubin Sultan
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