La religión no se satisface con meros conceptos; busca un conocimiento más íntimo del objeto que persigue y una asociación más íntima con él.
En términos generales la vida religiosa puede dividirse en tres períodos, que podrían denominarse, respectivamente, el período de la fe, el período del pensamiento, y el período de descubrimiento. En el primero la vida religiosa se presenta como una forma de disciplina que el individuo, o bien todo un pueblo, debe aceptar como orden incondicional, sin comprensión racional del significado último y del supremo propósito de ese orden. Esta actitud puede tener grandes consecuencias en la historia social y política del pueblo, pero no tiene grandes consecuencias en lo concerniente al crecimiento y desarrollo interior del individuales. Después de la perfecta sumisión a la disciplina viene la comprensión racional de la disciplina y de la fuente suprema de autoridad. En este período religioso la vida busca sus bases en una especie de metafísica, en una concepción del mundo lógicamente consistente del cual forma parte Dios. En el tercer período la metafísica cede el sitio a la psicología, y la vida religiosa desarrolla su ambición de entrar en contacto directo con la Realidad Ultima. Al llegar a este punto la religión se convierte en asimilación personal de la vida y poder; además, el individuo alcanza una personalidad libre, no porque se libere de los grilletes de la ley sino porque descubre la fuente primera de la ley en las profundidades de su propia conciencia.
La reconstrucción del pensamiento religioso en el Islam, Alamah Muhammad Iqbal, Ed. Trotta, 2002